lunes, 6 de julio de 2015

Pleonexia, codicia y avaricia

Pleonexia. El apetito insaciable de cosas materiales

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El no saciarse nunca, es lo que caracteriza el afán por los bienes superfluos y es lo que da paso a una enfermedad muy bien diagnosticada desde hace 2,500 años, que lleva el extraño nombre de pleonexía.
Pleonexía es pues, el apetito insaciable de cosas de carácter material… Pleonéctico (algunos dirán pleonéxico) es aquel que considera que todavía no tiene bastante, porque ignora que su espíritu no puede calmarse ni saciarse con cosas materiales.
Esta definición pone los pelos de punta a cualquiera, por cuanto nos está mostrando un perfil del ser humano sin conciencia de tener espíritu. O sea hombres-materia, hombres-masa. Materia, masa pero no entes vivientes.
Sin embargo Carlos Llano Cifuentes, 1autor del “Viaje al centro del hombre” nos dice: “…hay una gran diferencia entre la pleonexía de hace 2,500 años y la padecida actualmente. Para Platón era una enfermedad; para nosotros es signo de éxito” El propio Platón nos dice que en realidad, la cuestión es radicalmente diferente y mucho más compleja: la pleonexía es un deseo permanente de expansión, un estado constante de insatisfacción que empuja al deseo a traspasar lo inmediatamente dado.2
Lo que ayer era una enfermedad, fue convertida en la segunda mitad del Siglo 20 por los gurús del mundo financiero internacional, especialmente los de Wall Street, el empresariado mundial y los inspirados autores de la teoría ilógica del crecimiento ilimitado, en signo virtuoso de éxito.
Con resultados fatales como la crisis económica mundial reciente, en donde no se perdió un “dinerito” simplemente. NO fue una mala decisión de los líderes del mercado, tampoco una consecuencia de la contracción de la demanda, nada de eso.
Fue un acto deliberado cuyo medio fue la exaltación de lo fácil que finalmente llegó a ser un fraude y un engaño globalizado. Esta es al menos la consecuencia verificable de la vigencia plena de la pleonexía en nuestro Siglo 21.
Una fuente calificada para entender lo anterior, es el informe publicado por el Institute for Policy Studies (IPS) de los Estados Unidos 3 que revela las retribuciones astronómicas de algunos ejecutivos del mundo financiero y corporativo en ese país.
Según este informe, los gestores de grandes firmas de capital de riesgo y de fondos especulativos ganaron cada diez minutos, el equivalente a la paga media anual de un trabajador.
El ingreso promedio medio anual de una familia norteamericana estimado por los autores del informe, fue de unos 48.000 dólares. Según el informe del IPS, los 20 ejecutivos mejor pagados de Wall Street ganaron una media de 657 millones de dólares al año. De este modo sus ingresos superaron 13.680 veces el dinero que llega al seno de cada familia norteamericana.4
“La burbuja salarial de los ejecutivos estadounidenses”, dice la analista del IPS Sarah Anderson, “sigue sin haberse pinchado.” El Congreso y la Casa Blanca deberían pincharla, observan Anderson y los otros autores del informe, John Canagh, Chuck Collins y quien esto escribe5.
En nuestros países estas “brechas” salariales existen, son una realidad que los estudiosos de la Economía y de la ciencia de la Administración no cuestionan, o no han podido ver, mientras buscamos oportunidades por ser países de mano de obra barata que además de obreros incluye hoy a las nuevas generaciones de jóvenes con un título universitario.
Unos llamaron codicia al modelo de los años 50 de “hacer más y más y más”, luego se habló de hacer “menos” y algunos autores en la época del milagro japonés del mejoramiento permanente y el control total de calidad dijeron “en vez de, en vez de”… cuando se sabía ya en los años 80 que había exceso de oferta a pesar de que la población mundial crecía, la economía no lo hacía en el mismo sentido.
¿La razón de todo esto? Era un tema aterrador, por cuanto la población que estaba aumentando de tamaño, nacía prácticamente sin poder adquisitivo, lo que no podía pronosticar una demanda creciente global y además se estaba creando un problema social cuyo impacto en la economía parece no ser comprendido hasta hoy. Lo único que sabemos es que todos los países la población en estado de pobreza es cada vez mayor.
Y aquí vino el gran momento de convertir la enfermedad (la pleonexía) de Platón, en virtud contemporánea y futurista.
Para ello, se establecieron esquizofrénicos premios para el “ingenio” de los fabricantes de un frenesí de expansión, quienes crearon un estado constante de insatisfacción que los llevó a traspasar lo establecido y aceptado como válido, desde la formulación de la teoría económica tanto de Keynes6 de los impulsores del mercado como Milton Friedman.7
Se creaba un nuevo paradigma que mataba la inteligencia y la ética, para exaltar el anti valor del engaño colectivo, como el nuevo símbolo del éxito del mundo empresarial.
Hemos sucumbido ante la publicidad agresiva que nos hizo llenarnos de objetos con una tecnología cuyo objetivo común era y sigue siendo impedir que la persona sea joven o vieja, rica o pobre piense porque si lo hace arruina el negocio. En las casas vemos tantas y tantas cosas modernas, recientes, con tecnología incomprensible pero que sirven para poder “vivir sin pensar”, por eso los libros ya no existen, tenemos estudiantes sin libros de texto y la lectura se hace con un clic que usa un dedo y no el cerebro.
Hoy el mundo camina de rodillas y cuando quiere incorporarse surge de nuevo el fantasma de lo trágico, se llame Grecia y su maquillada deuda externa, o Toyota y sus errores que llora el nieto del fundador.
¿Qué nos está pasando? Y peor aún, ¿Qué nos podría suceder a todos en el futuro cercano?.
La primer pregunta puede contestarse con la sabiduría popular de “no hay chocolate, sin cacao”, para la segunda es una vieja sentencia del refranero castellano que nos recuerda el ciclo en la vida “De padre jornalero, hijo caballero, y nieto pordiosero”.
Es hora de regresar y comprender que nada puede ser infinito en la obra del hombre. Vivimos señales que nos muestran lo que hemos destruido o arriesgado la estabilidad del planeta, precisamente por la pleonexía, término que probablemente no revisamos cuando, en nuestra época de alumnos de primaria y secundaria, tuvimos la oportunidad de estudiar las hoy olvidadas y hasta consideradas obsoletas e innecesarias “raíces griegas y latinas”.
Es grave no saber lo que significa en nuestras vidas la pleonexía de hoy, por cuanto no es un reconocimiento del valor de nuestros sueños y ambiciones como se pretende, sino un dañino estímulo para nuestra propia auto destrucción.
El exceso de cosas materiales que hemos ido comprando nos hace ver, sin mirar en detalle, oír; pero jamás escuchar, y nos empujan al desperdicio.
Finalmente al no pensar, aceptamos la irregularidad como norma de vida, lo cual es el error más grave para caminar en el Milenio y para formar una familia que sea la base sociológica del Estado.
Hagamos un alto voluntario en este punto de nuestras vidas y comprendamos el sofisma del crecimiento sin límite, observando el desarrollo de nuestro propio cuerpo y los límites que la naturaleza misma ha establecido dentro del sabio orden de la Creación.

Referencias:

1. Carlos Llano Cifuentes Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra, Presidente Fundador del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE, Ciudad de México) y profesor del área de Factor Humano. Profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana. Autor de más de 20 títulos filosóficos sobre antropología y empresa.
2. (Este perfil de la pleonexía es el que Platón saca a la luz en La República 586b1). La República, Platón / Daímon. Revista de Filosofía, nº 45, 2008).
3. IPS Executive Excess 2009.
4. Aleardo F. Laría, Abogado, Periodista. Y Politólogo argentino.
5. Sam Pizzigati. Editor de Too Much.
6. John Maynard Keynes, primer Barón Keynes, (Cambridge, 5 de junio de 1883 – Firle, 21 de abril de 1946) fue un economista británico, cuyas ideas tuvieron una fuerte repercusión en las teorías económicas y políticas modernas, así como también en las políticas fiscales de muchos gobiernos. Economía keynesiana, o Keynesianismo, teoría económica basada en las ideas de John Maynard Keynes, tal y como plasmó en su libro Teoría general sobre el empleo el interés y el dinero, publicado en 1936 como respuesta a la Gran Depresión en los años 1930.
7. Milton Friedman (Nueva York, 31 de julio de 1912 – San Francisco, 16 de noviembre de 2006) fue un destacado economista e intelectual estadounidense de origen húngaro. Defensor del libre mercado y exponente del monetarismo neoclásico de la Escuela de Economía de Chicago. En 1976, Premio Nobel de Economía por sus logros en los campos de análisis de consumo, historia y teoría monetaria y por su demostración de la complejidad de la política de estabilización.

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